Foto vía: Diario AS
La NBA se frotaba las manos viendo la noche que tenía por delante. Tras una paliza impresionante en la última jornada de la temporada regular, Pelicans y Lakers volvían a enfrentarse. El perdedor de ese partido se enfrentaría al ganador del Kings – Warriors, que nos regalaron una primera ronda majestuosa en los playoffs del año pasado. Con los focos encendidos, los pabellones llenos y la prensa al rojo vivo empezaba lo que pintaba a noche histórica.

El Smoothie King Center se rindió ante el rey.
Los Pelicans se plantaban de rebote en el play-in tras el bajonazo a final de temporada y el último arreón de los Phoenix Suns. En frente, unos Lakers que les habían arrastrado hasta el pozo el último día de temporada regular tras ganarles de 16 puntos con un triple doble de LeBron James (28/11/17). Con las modificaciones que supuso al calendario el In-Season Tournament, este año cabía la posibilidad de que equipos se enfrentaran hasta 5 veces. Bueno, pues este enfrentamiento es uno de ellos, y el récord no favorecería nada al equipo local: 5-0 a favor de Lakers. Con todo esto en contra, la reciente recuperación de Ingram que todavía no había recuperado al 100% su nivel, y teniendo delante al mejor jugador de todos los tiempos, los Pelicans rezaban para que el Smoothie King Center fuese su fortín aprovechando las explosiones ofensivas de Zion Williamson y el bombardeo de los tiradores exteriores.
EL primer cuarto sería un intercambio total de canastas que dejaría al equipo local 8 puntos por delante al final de los primeros 12 minutos. Los Lakers consiguieron darle la vuelta en el segundo cuarto con un parcial de 34-16 y les valió para irse con una ventaja de 10 puntos al descanso. Aunque parecían escaparse durante el tercer cuarto, los locales se agarraban al partido con las aportaciones desde el banquillo de Alvarado y Trey Murphy, con su energía y su tiro exterior respectivamente. Pero nada de esto hubiese sido posible sin la barbaridad de partido que cuajó Zion Williamson. Los Lakers le tenían preparadas dobles defensas, aglomeraciones en la zona e incomodidades para recibir el balón lejos del aro pero el alero fue un ciclón durante todo el partido y acribilló la zona en continuaciones y canastas autogeneradas. Se lanzaba contra los defensores y finalizaba por encima de ellos con la mano izquierda forzando contactos y yendo hasta 9 veces a la línea de tiros libres. Consiguió su mejor anotación esta temporada y dejó unas sensaciones muy buenas que nos hacían recordar al Zion del que se hablaba en el draft. Por desgracia, la noche no acabó de la mejor forma para él pues a falta de tres minutos tuvo que abandonar el partido con un desgarro muscular y vio como su equipo perdió el partido sin poder hacer nada.

Solo unos Lakers a buen nivel y muy resolutivos podían parar a este ciclón llamado Zion. Reaves y Russell son una amenaza desde el tiro exterior y hacen una pareja peligrosísima con Davis en el bloqueo y continuación. Esos dos recursos ofensivos, sumados a lo bien que gestiona LeBron el contrataque, penetrando hasta la pintura para anotar cerca de canasta o doblando el balón para tiradores abiertos, los Lakers se encontraron muy cómodos y nunca le perdieron la cara al partido. Aguantaron los arreones de Zion sin desesperarse y eligiendo con inteligencia los momentos en los que hacer 2 contra 1. Clave Davis en el rebote ofensivo castigando con puntos en segunda oportunidad y los tiradores en general. Los Lakers tiraron como equipo un 40% en triples y perdieron 4 balones menos que los Pelicans. La aportación desde el banquillo fue impresionante a nivel de energía: Gabe Vincent por fin fue el jugador que ficharon en la agencia libre, Hayes fue percutivo en la continuación y sirvió para dar descanso a Davis y Taurean Prince con esa energía y su implicación defensiva, a lo que hay que sumar sus 2 triples. Bajo la batuta del LeBron como director de orquesta, Davis de solista y cada complemento con su instrumento, estos Lakers se enfrentarán a los Nuggets en una revancha por la final de conferencia del año pasado.

El fin de la dinastía Warriors contra unos Kings que fueron ampliamente mejores.
La NBA es maravillosa y no para de regalarnos historias y narrativas. En este caso, a los Pelicans les iba a tocar enfrentarse al que sobreviviera de la lucha en el coliseo esa misma noche llamado Golden 1 Center. Mike Brown y sus soldados emboscarían a unos Warriors sin ideas ni una estrategia más allá de dedicarse a recibir golpes y que acabarían tocando con la espalda el suelo de la arena a principios del cuarto cuarto.
Desde el principio el equipo local llevó la iniciativa. Una intensa defensa y una presión apabullante ahogaron las ofensivas del equipo de San Francisco que no estuvo acertado en general. Si esto no había sido suficiente, los tiradores de Sacramento estuvieron acertados, y si eso aún no había sido suficiente, dominaron el rebore ofensivo y acribillaron con puntos en segunda oportunidad. Keegan Murray con 32 puntos y 9 rebotes (8/13 en T3) lideró al equipo en ataque, anotando en momentos cruciales y castigando las ayudas sobre Sabonis y Fox. Pero, permitidme resaltar la increíble labor del que fue uno de los héroes de la noche: Keon Ellis. El escolta de Florida fue undrafted en 2022 y aterrizó en los Kings con el pie derecho destrozando la Summer League. Promediaba 7 minutos hasta el mes de marzo que, con las lesiones de Malik Monk y Kevin Huerter, le cayó la oportunidad y respondió con creces. Determinante en las dos partes de la cancha, anotando triples y persiguiendo a Curry a través de los bloqueos.

Sabonis dominó ambos tableros y, aunque se cargó de faltas, aguantó los arreones de Draymon y Looney. Ejerció de base, repartió juego e hizo su rutinario doble-doble. Fox embistió y castigó la falta de tamaño y presencia defensiva exterior, yendo a por Curry y Podz y corriendo en la transición dirigida por Sabonis. Incluso Lyles y Barnes tuvieron su momento a nivel ofensivo. Ganaron la batalla de las posesiones: 8 pérdidas menos y 7 rebotes ofensivos más. Se parecieron muy poco a los Kings que vimos en el último mes que habían dejado tantas dudas y que no parecían haberse recuperado del golpe de que se te lesionen tus dos principales escoltas. Se presentan al partido frente a Pelicans como un equipo nuevo con las energías renovadas y favoritos tras la confirmación de que Zion no jugará.
Una despedida terrible: fin de dinastía y verano de lavado de cara.
Lo intentaron con todas sus fuerzas. Pero ni uno de los mejores equipos de todos los tiempos pueden ganarle la batalla al enemigo por excelencia de los dominadores históricos absolutos: el tiempo. Se han agotado: Klay Thompson es una sombra del jugador que era, la definición perfecta de 3 and D ha caducado y disputó el que puede ser su último partido como Warrior de la peor manera posible (0/10 en tiros y 0/6 en triples); Draymon Green ya hace tiempo que dejó de ser el corazón y la garra de este equipo, con problemas deportivos y sanciones que le alejaban de las pistas; incluso Kerr, que ha perdido esa magia desde los banquillos y sigue comportándose como si el tiempo no pasase por sus jugadores. Este problema se ha intensificado viendo como Curry sigue haciendo números de alienígena y su equipo no está a la altura. Ni Wiggins ha vuelto a ser el jugador del anillo de 2022, ni Kuminga se ha parecido lo más mínimo a los destellos que iluminaban Oakland, Looney se ha caído de la rotación y Payton no se ha conseguido recuperar del todo de las lesiones que le persiguen. Nada de lo que nos hizo volver a creer tras ganar en las finales a Boston ha vuelto a aparecer de manera continuada. Solo la sangre joven de Moody, Podziemski y Jackson Davies parece dar algún tipo de esperanza.

Si bien este verano hay que tomar decisiones importantes, ayer ya empezaron las primeras dudas en rueda de prensa. Mientras Draymon Green y Steve Kerr hablaban de la importancia de Klay y de que tienen que seguir juntos Curry dijo: «yo solo quiero ganar». El base tiene contrato hasta la temporada 2025-2026 dónde tendrá 38 años. Son el equipo más caro de la historia y el propietario está deseando salirse de la tasa de lujo. Un equipo que gasta el dinero que gastan estos no puede permitirse quedar décimo en temporada regular y perder en el play-in. Puede ser que hayamos visto el último partido de los Warriors como los conocemos, y sería un final muy descafeinado para un equipo que ha ganado 4 anillos en los últimos 9 años.
